EFEMÉRIDE

Día Mundial del No Uso de Plaguicidas y Día Nacional de la Producción Orgánica

Un Día Como Hoy 03/12/2021 Hora: 17:40

Hoy, como cada 3 de diciembre se conmemora el Día Mundial del No Uso de Plaguicidas y Día Nacional de la Producción Orgánica, recordando la Tragedia de Bhofal, una trágica explosión de una planta de químicos en la India en 1984 que, con la liberación de toneladas de gases y cianatos, donde 16.000 personas perdieron la vida y 500.000 resultaron afectadas por un escape de gas tóxico en una planta para la producción de plaguicidas.

El producto conocido con el nombre de metil isocianato dejó secuelas permanentes a más de 100.000 personas en ese país y hoy la cifra estimada es de 25.000 muertes por esa terrible tragedia.

A raíz de este lamentable hecho, la Red de Acción en Plaguicidas y 400 organizaciones más, deciden establecer un día internacional del no uso de plaguicidas para rendir un homenaje a todas las víctimas de este fatídico evento.

El uso indiscriminado y sin ningún tipo de control de plaguicidas durante largas décadas, ha provocado daños irreparables no sólo a la salud de la población, sino también, graves consecuencias para el medio ambiente, incluyendo la fauna, la flora, los mares, los bosques, etc.

 

Y por Argentina como estamos?

Si bien la producción orgánica, así como la agroecológica, van expandiéndose en el país, estudios de universidades públicas y privadas coinciden en que Argentina es uno de los países de mayor consumo de agroquímicos del mundo (principalmente plaguicidas y fertilizantes).

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Los números son más que elocuentes y revelan que aquí el uso de agroquímicos se incrementó más de mil por ciento entre 1991 a 2011), de acuerdo a los datos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). 

Argentina es uno de los países de mayor consumo de agroquímicos del mundo (principalmente plaguicidas y fertilizantes)

Por otro lado, la ONG Naturaleza de Derechos sistematizó información de las empresas vinculadas al negocio del agro y concluyó que durante el 2018 llegaron a usarse 525 millones de kilos/litros de herbicidas.

 

Producción Orgánica

La producción orgánica es un sistema sostenible y sustentable que, mediante el fortalecimiento de la biodiversidad y la actividad biótica del suelo, promueve el cuidado ambiental teniendo en cuenta la viabilidad del suelo y sus productos; la protección de los recursos, especialmente los no renovables; además de ser socialmente justa con los productores y sus comunidades.

La agricultura orgánica no utiliza fertilizantes ni plaguicidas sintéticos justamente para proteger el medio ambiente y la salud humana, pero involucra mucho más que el no uso de agroquímicos.

Se trata de un sistema de producción que busca utilizar al máximo los recursos del campo, enfocándose en la fertilidad del suelo y la actividad biológica y, al mismo tiempo, en minimizar el uso de los recursos no renovables.

Paradójicamente, Argentina está entre los primeros productores orgánicos del mundo.

Tanto el modo de hacer alimentos, como la elección del consumidor se recuestan cada vez más hacia esta tendencia. De hecho, en la actualidad hay alrededor de 43,7 millones de hectáreas manejadas orgánicamente en 172 países. Paradójicamente, Argentina está entre los primeros productores orgánicos del mundo.

 

Agroquímicos Versus Agrotóxicos

Ahora bien, por estos días se ha generado una nueva grieta. Esta vez, son los agroquímicos frente a los agrotóxicos.

En primer lugar habría que recordar la denominación técnica de estos productos. Agroquímicos es un término genérico y muy abarcativo; el mismo incluye a todas las sustancias químicas ya sean naturales o de síntesis, solas o combinadas con otros productos que se utilizan en la agricultura. Al existir agroquímicos que se utilizan en otras situaciones no necesariamente en la producción agro alimentaria, se denominan con mayor amplitud  como “productos fitosanitarios”. 

Estos a su vez se los denomina en general como Plaguicidas, dentro de estos se clasifican de acuerdo a su objetivo terapéutico como: Insecticidas, acaricidas, nematicidas, fungicidas, bactericidas. También son fitosanitarios los herbicidas, fitohormonas, reguladores de crecimiento, fertilizantes, coadyuvantes, etc). 

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO (1986), define a los plaguicidas como “Cualquier sustancia o mezcla de sustancias destinadas a prevenir, destruir o controlar cualquier plaga, incluyendo los vectores de enfermedades humanas o de los animales, las especies no deseadas de plantas o animales que causen perjuicio o que interfieran de cualquier otra forma en la producción, elaboración, almacenamiento, transporte o comercialización de alimentos, productos agrícolas, madera y subproductos o alimentos para animales, que pueden administrarse a los animales para combatir insectos , arácnidos u otras plagas en o sobre sus cuerpos”.

A su vez la Administración Nacional de Medicamentos y tecnología Médica de la Argentina (ANMAT), define a los productos Domisanitarios como aquellas sustancias destinadas a la limpieza, lavado, odorización, desodorización, higienización, desinfección o desinfectación, para su utilización en el hogar, y/o ambientes colectivos públicos y/o privados. 

La toxicidad es definida como la “capacidad de una sustancia de generar daños en un ser vivo”. Todas las sustancias existentes pueden llegar a ser tóxicas. Lo que difiere, en gran medida, es la dosis a la cual esa sustancia comienza a ser tóxica

Si bien los productos fitosanitarios son tóxicos, así como toda sustancia tiene el potencial de serlo dependiendo de la dosis. En nuestro país existen regulaciones que permitirían garantizar que los productos aprobados, utilizados de acuerdo a las recomendaciones de la etiqueta, no generen daños, ni a las personas ni al ambiente.

El SENASA es la autoridad que regula la clasificación y etiquetado de los productos fitosanitarios. Este clasifica los productos formulados e ingredientes activos de los productos fitosanitarios de acuerdo a los resultados de diversos estudios toxicológicos, siguiendo los criterios internacionales de la OMS. Esta clasificación divide a los productos fitosanitarios en 5 categorías:

Ia Extremadamente peligroso (Rojo)
Ib Altamente peligroso (Rojo)
II Moderadamente peligroso (Amarillo)
III Ligeramente peligroso (Azul)
IV productos que normalmente no presentan peligro (Verde)  

Esta clasificación figura en las etiquetas de los productos, junto a la banda de color que lo caracteriza. Rojo para la categoría I, amarillo para la categoría II, azul para la III y verde para la cuarta categoría. Los colores y las clases toxicológicas representan la toxicidad aguda (corto plazo) para los mamíferos, no así para el ambiente.

Los efectos generados por estos productos pueden ser agudos o crónicos. Los primeros son los más comunes, y los que más rápidamente se expresan mediante cuadros de vómitos, mareos, diarrea, alteraciones en la piel o convulsiones. En general los cuadros más graves están asociados a consumos accidentales. También se asocian a aplicaciones realizadas inadecuadamente, sin utilización del equipo de protección personal correcto o bajo condiciones climáticas no recomendadas, usualmente para los trabajadores. Por otro lado, los efectos crónicos pueden generar enfermedades a largo plazo y los mismos se deben a exposiciones repetidas de bajas dosis.

El término Agrotóxico engloba a todos los productos que se usan en la industria agroalimentaria (agroquímicos), es una denominación muy utilizada por la comunidad en general y en particular por los movimientos ambientalistas. Los especialistas aseguran que se trataría de un apelativo subjetivo. Tal es así que hace un par de años el INTA prohibió el uso de la palabra “agrotóxico” en sus materiales técnicos, científicos y de divulgación, debiendo emplear la termiología adecuada de “productos fitosanitarios” o “agroquímicos” en vez de “agrotóxicos” .

A partir de la denominada revolución verde que desembarcó a mediados de la década de los 70 en Argentina con un novedoso paquete tecnológico (básicamente: maquinaria, técnicas de cultivo, genética  y agroquímicos) la industria agroalimentaria se ha hecho cada vez más dependiente a estos productos. De acuerdo a lo que aseguran los productores, hoy en día sería absolutamente impensable e imposible la producción a escala prescindiendo de este paquete. 

A modo de resumen se pueden señalar las principales ventajas que indican sus defensores; en primer lugar aumenta la productividad de los cultivos, lo cual indican como sumamente importante puesto que solo de esta manera se podría mantener el actual modelo de producción alimentaria. Permiten controlar malezas, plagas y enfermedades que no serían posibles de controlar sin agroquímicos, retrasan el deterioro, permiten poner en góndola el estándar de calidad exigido por los consumidores. 

Por otra parte las desventajas de su uso se podrían resumir en función a los riesgos que entraña su manipulación sin la debida prescripción profesional y sin control; en tanto que no se respeten las medidas de seguridad adecuadas o se abuse de ellos, sin duda tienen el potencial de contaminar suelos, aguas, dañar flora y fauna y pueden provocar riesgos graves para la salud derivados de su uso indebido.

En 2019 año se presentó un informe ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, en el cual dos de los mejores expertos a nivel internacional indicaron en Ginebra que “Es hora de derrumbar el mito de que los agroquímicos son necesarios para alimentar al mundo”, también denunciaron la “pasividad de los Gobiernos y organismos reguladores” y “el lobby empresarial” de la industria agroquímica.

Indicaron que “la producción agrícola se ha incrementado y que ello se ha logrado a costa de la salud humana y del medio ambiente, sin embargo el aumento de la producción no ha podido con el hambre en el mundo”. “La dependencia de plaguicidas es una solución a corto plazo que menoscaba el derecho a una alimentación adecuada y el derecho a la salud de las generaciones presentes y futuras”, afirma el informe.

Por otro lado, el trabajo desmiente  que sean necesarios químicos y transgénicos para acabar con el hambre, como suelen publicitar para justificarse la mayoría de las empresas: “Sin utilizar productos químicos tóxicos, o utilizando un mínimo de ellos, es posible producir alimentos más saludables y ricos en nutrientes, con mayores rendimientos a largo plazo, sin contaminar y sin agotar los recursos medioambientales”.

El trabajo confirma los efectos de los agroquímicos en la salud, hecho negado sistemáticamente por las empresas y periodistas del agro. Indican asimismo que “implican un costo considerable para los gobiernos y tienen consecuencias desastrosas para el medio ambiente, la salud humana y la sociedad en su conjunto, afectando a los derechos humanos”.

 

En 2015, la OMS anunció que el glifosato era un "probable cancerígeno”. Y recuerda que los estudios de toxicidad de las empresas “no analizan los múltiples efectos crónicos relacionados con la salud (solo abordan los efectos agudos, de corto plazo)”.

El informe precisa que tres empresas (Bayer-Monsanto, Dow-Dupont, Syngenta-ChemChina) aglutinan el 65 por ciento de las ventas mundiales de agroquímicos y el 61 por ciento del mercado de semillas. “Las transnacionales ejercen un extraordinario poder sobre la agenda regulatoria, las iniciativas legislativas y la investigación agroquímica a nivel mundial”, concluye la investigación.

En este sentido en nuestro país y de acuerdo a los informes realizados por SENASA en frutas y hortalizas comercializadas en el Mercado central de Buenos Aires, se indica que más de la mitad de la verdura que llega al Mercado queda descartada por exceso de agroquímicos, en otros casos se encuentran trazas de productos prohibidos en la Argentina. Las cifras son oficiales y alarmantes, mas del 60% de las verduras y un porcentaje mayor en el caso de los cítricos, contiene restos de pesticidas, herbicidas y fungicidas en niveles por encima de los LMR (Límites Máximos de Residuos) que fija la normativa vigente en la Argentina para este tipo de alimentos. Los laboratorios del Mercado Central detectan y quitan de circulación esa mercadería.

Asimismo se han detectado productos o mezcla de ellos prohibidos en la Argentina, como el Endosulfan (prohibido desde 2013) entre otros. 

"Más del 60% de las verduras y un porcentaje mayor en el caso de los cítricos, contiene restos de pesticidas"

Si tenemos en cuenta que solo una pequeña proporción del total de la producción de frutas y hortalizas pasa por los controles del Mercado central, la situación se torna grave ya que se comercializan mensualmente miles de toneladas en verdulerías de todo el país que llegan  a los hogares directamente de la huerta sin pasar por controles de mercados concentradores ni de ningún otro tipo de laboratorio.

De esta forma el término Agrotóxico lejos de ser una denominación subjetiva, en este contexto cobraría sentido y lógica puesto que el producto fitosanitario llega directamente de la huerta hasta nuestra mesa sin ningún tipo de control.

En este punto vale la pena destacar también que los productos fitosanitarios y domisanitarios se encuentran peligrosamente naturalizados en el uso cotidiano domiciliario, huerta, jardín parques etc. y lamentablemente descontrolado en su uso agropecuario.

Existe una apabullante evidencia respecto del descontrol absoluto que sucede en su venta libre, basta con ver como productos altamente peligrosos como rodenticidas, insecticidas y herbicidas se venden a diario en ferreterías, mercados de barrio, supermercados, viveros, casas de artículos de campo sin ningún tipo de restricción, peor aun es que esos productos son llevados al hogar y aplicados sin el debido asesoramiento y receta profesional. Mas grave resulta que las propias agropecuarias y veterinarias, que tienen un representante técnico profesional para operar, venden en muchos casos sin receta deslindándose de su posterior manipulación, aplicación, depósito, etc. 

Por otra parte existe un enorme comercio ilegal de productos fitosanitarios y/o falsificados los cuales suponen un riesgo para la salud de las personas y el medioambiente, ya que se desconoce su origen y calidad. También pueden generar efectos adversos en los cultivos y provocar pérdidas económicas muy importantes.

Ahora bien, y de acuerdo a lo antedicho podríamos establecer cuando, la aplicación de un producto fitosanitario o agroquímico se transformaría en un agrotóxico. En este sentido bien se podría hacer una analogía entre la industria Farmacéutica y su regulación con la industria Agroquímica. Presentan varias características comunes, una enorme regulación estatal, la participación de gigantes de la industria química internacional, de hecho ambos comparten varios laboratorios, muchos principios activos utilizados en medicamentos y agroquímicos comparten estructuras químicas similares; de acuerdo a lo que establecen las leyes que los regulan ambos productos debe ser obligatoriamente prescriptos por profesionales médicos en un caso e ingenieros agrónomos en otro.

La legislación que existe en nuestro país es clara, adecuada y abundante. Asimismo confluyen en esta problemática una cantidad importante de entes y entidades gubernamentales. También existe un enorme plexo normativo, compuesto por Leyes, Decretos, resoluciones, disposiciones y Ordenanzas a escala Nacional, Provincial y Municipal. En todas se establece taxativamente la obligatoriedad tanto para su fabricación, distribución, almacenamiento, comercialización y desecho de sus envases, de la representación técnica por parte de un ingeniero agrónomo. Asimismo su venta y aplicación queda sujeta a una receta agronómica obligatoria (RAO). 

De acuerdo a todo lo expuesto es fácil advertir que el enorme marco regulatorio existente resultaría insuficiente para establecer un ordenamiento mínimo. Tan es así que la falta de controles en el cumplimiento de las recetas de aplicación y las aplicaciones sin respaldo profesional y por otra parte,  la venta libre, hace que el uso y manipulación de agroquímicos sea una práctica liberada en la que cualquier persona puede acceder a cualquier tipo de producto independientemente de su grado de peligrosidad y lo aplique en cualquier condición, ya sea en el hogar (plantas y animales, jardín, parque, huerta) o en la producción agropecuaria sin ningún tipo de resguardo o conocimiento.

Por último, resultaría sumamente importante al menos poder reflexionar sobre este asunto a fin de generar conciencia con un tema tan vital, como lo es la seguridad alimentaria, puesto que en definitiva al menos que nos impliquemos por procurar acceder a alimentos sanos, no tenemos forma de saber que estamos comiendo.

 

Fuentes:

www.senasa.gob.arinta.gob.arwww.casafe.org/  /  www.fao.org/home/en/

rap-al.org/www.biodiversidadla.org / Rodolfo Herrero. Experto en Gestión Ambiental

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