MENOSPRECIADA Y REDIMIDA

Yoko Ono cumple 90 años: "la artista desconocida más famosa del mundo"

La tortuosa y trágica vida de la viuda de John Lennon, una artista pionera que NO rompió los Beatles. Víctima de la leyenda urbana más sexista de la historia del rock, la viuda de John Lennon cumple 90 años convertida en un icono que, por fin, ha conquistado la redención.

Un Día Como Hoy 18/02/2023 Hora: 12:42
Yoko Ono y John Lennon en 1969 en su icónica protesta contra la guerra de Vietnam. / GTRES
Yoko Ono y John Lennon en 1969 en su icónica protesta contra la guerra de Vietnam. / GTRES

A John Lennon le gustaba decir que su mujer era la "artista desconocida más famosa del mundo". Y la definición era, efectivamente, un traje hecho a la medida de Yoko Ono, la artista conceptual japonesa que siempre ha remado contra la corriente mainstream en las galerías de arte, los escenarios y los estudios de grabación, pero que, casualmente, se casó con el hombre más famoso del planeta. Más famoso, como él mismo se atrevió a decir sembrando el mayor escándalo de los años 60, que el propio Jesucristo.

Convertida desde hace cuatro décadas en la eterna viuda de Lennon, pero también en un icono vilipendiado hasta la extenuación, Yoko Ono cumple 90 años. Pero como dice Elliot Mintz, su amigo más íntimo y portavoz de la familia desde los 70, es «como si hubiera vivido 400 años».

Aunque nació en Tokio en 1932, siendo una niña vivió entre Japón y Estados Unidos, donde su padre, un acaudalado banquero japonés al que no conoció hasta que cumplió dos años, hacía sus negocios. Fue una infancia excepcional y privilegiada: los mejores colegios, clases de piano y canto desde los cuatro años y una impresionante mansión en los aledaños del Palacio Imperial de Japón en la que más de 30 sirvientes trabajaban para la familia.

Yoko Ono, una niña de la guerra

Pero en 1945, el estallido de la Segunda Guerra Mundial y los bombardeos sobre Tokio, que la familia soportó confinada en un búnker de la ciudad, les obligaron a trasladarse al campo, donde tanto ella como sus hermanos intercambiaban posesiones, que transportaban en una carretilla, por comida para combatir el hambre.

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Después de la guerra, Ono permaneció en Japón para completar su educación mientras su familia se instalaba a las afueras de Nueva York. Tras coincidir en el colegio con el príncipe Akihito, futuro emperador de Japón, Ono ingresó en la universidad Gakushuin, donde se convirtió en la primera mujer en estudiar Filosofía. Apenas duró unos meses. Se sentía, llegó decir, como «un animal domesticado al que alimentan con información».

Después de mudarse a Nueva York y pasar por las aulas de la prestigiosa universidad Sarah Lawrence, donde estudió poesía y música, trabajó enseñando artes tradicionales japonesas, pero también como secretaria mientras pasaba por primera vez por el altar con el compositor experimental japonés Toshi Ichiyanagi y exploraba la escena underground de la ciudad. Pronto, se convirtió en una de las artistas conceptuales más famosas de Nueva York y en un miembro destacado del movimiento vanguardista Fluxus. En 1961, inauguró su primera exposición en solitario; el mismo año actuó por primera vez en el Carnegie Hall.

 

Kyoko, la hija a la que Yoko Ono no vio durante 20 años

Entre Ichiyanagi (del que se divorció en 1962) y Lennon, al que conoció en 1966, Yoko Ono se casó con el músico y productor Anthony Cox, con el que tuvo a su única hija, Kyoko, pero del que se acabaría separando en 1969. Dos años más tarde, en 1971, Cox desapareció con la niña durante una disputa sobre su custodia para unirse a una secta religiosa. La artista no volvió a saber nada de ella hasta 1980, cuando Kyoko volvió a establecer contacto con ella poco después del asesinato de Lennon.

 
Yoko Ono y John Lennon en una imagen de la pareja en los años 70. / GTRES

Yoko Ono y la estrella se conocieron en noviembre de 1966 en la galería Indica de Londres, donde ella estaba a punto de inaugurar una exposición. Aquel primer encuentro forma parte de la mística leyenda de la pareja: Ono juró que no sabía quién era Lennon (y probablemente mentía); el músico le dio un mordisco a una manzana que formaba parte de una instalación e insistió en poner un clavo a martillazos en otra de las piezas. Lennon todavía estaba casado con su primera mujer, Cynthia, y la relación romántica entre él y Ono no empezó hasta dos años más tarde cuando al regresar de unas vacaciones en Grecia, Cynthia se encontró a la artista en bata tomando té en la cocina de su casa.

Se casaron en Gibraltar en 1969 y el resto es historia del siglo XX: su luna de miel en la c ama de un hotel de Amsterdam protestando contra la guerra de Vietnam, la iconoclasta Plastic Ono Band, su separación y reconciliación después del 'affaire' de Lennon con su asistente May Pang y, finalmente, el asesinato de la estrella a manos Mark David Chapman el 8 de diciembre de 1980, cuando la pareja volvía a su apartamento en el edificio Dakota, junto a Central Park.

 

La culpa de todo NO la tuvo Yoko Ono

Durante medio siglo, tanto antes como después de la muerte de Lennon, la teoría más aceptada por fans y periodistas sobre la ruptura de los Beatles tuvo a Yoko Ono en el epicentro. Poco importaba que Paul McCartney la desmintiera con vehemencia. O que, según revelaría después uno de los biógrafos de la artista, la presencia de Ono en las sesiones de grabación del grupo no fuera más que el reflejo de la inseguridad de Lennon: quería tenerla a su lado a todas horas porque temía desesperadamente que le dejara.

La reparación de Ono llegó hace poco más de un año en forma de documental. En noviembre de 2021, 'The Beatles: Get Back', el fascinante documental dirigido por Peter Jackson sobre la grabación del último disco de la banda, desmontaba el mito misógino. Aunque omnipresente en las sesiones de grabación de Let it be, Ono no era el elemento disruptivo, maldiciente y exasperante que prometía la leyenda. Mientras John, Paul, George y Ringo trabajaban en el estudio, ensayaban o aireaban sus diferencias, ella tejía, hacía crucigramas o leía el periódico. En silencio. Y nunca opinaba. La narrativa sexista que señalaba a Ono como la responsable de la ruptura del grupo de rock más mítico de la historia era, sencillamente, mentira.

 
Yoko en la inauguración de una de sus exposiciónes en el MOMA en 2015. / GTRES

La vida de Yoko Ono después de Lennon

Tras la muerte Lennon, Ono se dedicó a mantener vivo el legado de su marido con la creación del memorial Strawberry Fields en Central Park, un museo en su memoria en Japón o instalaciones artísticas como la Imagine Peace Tower, de Reykjavík. Famosa por su habilidad para gestionar el patrimonio familiar, pero también por su olfato para las inversiones inmobiliarias (además de varias propiedades en Nueva York, la artista tiene residencias en los Hamptons, Palm Beach, Irlanda y el Reino Unido), se estima que maneja una fortuna superior a los 700 millones de dólares que incluye una gran colección de arte con obras de artistas como Andy Warhol.

Ella misma nunca ha dejado de crear. Su obra ha sido expuesta en los museos de arte contemporáneo más prestigiosos del mundo: desde el MOMA y el Whitney Museum hasta la Tate Modern. Ono volvió a los escenarios con la New Plastic Ono Band en 2009, ha colaborado con artistas como Lady Gaga y se convirtió, hace una década, en la improbable estrella de la música dance gracias a canciones de los años 70 remezcladas para arrasar en las pistas de baile.

Con una vibrante cuenta de Twitter, en la que le siguen 4,5 millones de personas y comparte reflexiones, poemas y opiniones políticas, ha luchado activamente contra la libertad condicional del asesino de su marido, que sigue cumpliendo condena.

Con serios problemas de movilidad y una salud cada vez más frágil, desde 2017 Yoko Ono se mueve en silla de ruedas, casi siempre acompañada de su hijo Sean. También mantiene una relación estrecha con su hija Kyoto, con la que se reencontró por primera vez en más de 20 años en 1994. Hoy, la artista desconocida más famosa del mundo cumple 90 años, aunque nadie sería capaz de condensar una biografía como la suya en menos de cuatro o cinco siglos.

 

Por  Ixone Díaz Landaluce para Mujer Hoy

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