EFEMÉRIDE

10 de Septiembre: Día Mundial de la Prevención del Suicidio

Un Día Como Hoy 10/09/2024 Hora: 16:18
10 de Septiembre: Día Mundial de la Prevención del Suicidio
10 de Septiembre: Día Mundial de la Prevención del Suicidio

El Día Mundial para la Prevención del Suicidio, que se celebra anualmente el 10 de septiembre, está organizado por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) y avalado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El evento centra la atención en el tema, reduce el estigma y crea conciencia entre las organizaciones, el gobierno y el público, dando un mensaje singular de que el suicidio se puede prevenir.

El lema del Día Mundial de la Prevención del Suicidio 2024-2026, "Cambiar la narrativa", tiene como objetivo derribar barreras, como el estigma, crear conciencia y crear una cultura de comprensión y apoyo para prevenir el suicidio. Todos, individuos, comunidades, organizaciones y gobiernos tienen un papel importante que desempeñar para cambiar la narrativa sobre el suicidio.

"El suicidio no es un acto privado e individual, representa un problema de salud pública".

En palabras de la Dirección Nacional de abordaje integral de Salud Mental y Consumos Problemáticos del Ministerio de Salud nacional: “Sería erróneo entender al suicidio como una entidad psicopatológica en sí misma, o como un acto que sucede únicamente en el marco de algún padecimiento mental severo. Por el contrario, al ser un fenómeno multicausal, está atravesado por distintos factores interrelacionados de orden personal, comunitario y social, ya sea biológicos, psicológicos, socio-culturales, entre otros”. 

En el año 2021 se reglamentó en nuestro país la Ley Nacional de Prevención del Suicidio (Nro. 27.130), cuyos principales puntos son: establecer la reglamentación de la atención a personas en riesgo de suicidio y la asistencia a las familias, la capacitación profesional en la detección y atención, y el abordaje coordinado, interdisciplinario e interinstitucional de la problemática de suicidio.

Un complejo universo de factores de riesgo participa en la construcción de una identidad vulnerable al suicidio: la transición de la vida lúdica a la vida seria, la delimitación entre la fantasía y la realidad, la fijación de fronteras entre el yo y la valoración del suicidio como una representación significativa en los ambientes en los que transcurre la vida de los niños y adolescentes; la presencia de ciertos juegos peligrosos; el carácter sugestionable (ante los componentes ideativos y emocionales de los otros significativos) de la subjetividad de los niños y adolescentes.

 

Contagio del suicidio

“El contagio del suicidio se refiere a un fenómeno en el que un suicidio parece conducir a otros en una comunidad, una escuela o un lugar de trabajo.” (Moutier, 2023: 7) Christine Moutier, psiquiatra especializada en prevención del suicidio, nos habla de que “se estima que el contagio del suicidio puede ser un factor a tener en cuenta aproximadamente en el 1 al 5% de todos los suicidios de adolescentes”, ya que en el caso de niños, adolescentes y jóvenes adultos son un público muy vulnerable a los efectos de contagio que produce el suicidio.

Quedan expuestos cuando conocen a alguien, familiar o amigo, que intenta o se haya suicidado. Por ese motivo es muy importante destacar que los mensajes que se den deben describir a los padecimientos subjetivos como parte de la vida y que no hay nada de malo en buscar ayuda o iniciar algún tratamiento.

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Tabúes y estigmatizaciones del suicidio

Debemos eliminar los prejuicios: El suicidio no es ni bueno ni malo, tampoco un hecho delictivo, es una situación de sufrimiento. “La estigmatización, sobre todo la que se crea en torno a los trastornos mentales y el suicidio, disuade de buscar ayuda a muchas personas que piensan en quitarse la vida o tratan de hacerlo y que, por lo tanto, no reciben la ayuda que necesitan”. (OMS, 2021)

En la actualidad sigue existiendo el mito de considerar que el suicidio solo se produce en personas que padecen trastornos o sintomatología psiquiátrica, pero científicamente se ha comprobado que el suicidio constituye un problema multifactorial en la que interviene aspectos psicológicos, biológicos, sociales, culturales y ambientales. (Elcarte Javier, 2022)

Desde una perspectiva contextual-existencial, el suicidio se vería como una solución límite a una crisis vital de un sujeto con capacidad de acción-decisión-ejecución que, en una circunstancia determinada –construida como insufrible, irresoluble, interminable, inescapable, sin futuro y sin esperanza-, decide quitarse la vida, pudiendo elegir no hacerlo.

Este “pudiendo elegir no hacerlo” es fundamental, ya que sin él, el suicidio carece de sentido, quedaría reducido a reacción o síntoma, pero no a acción humana.

 

Prevención del suicidio

Los Planes, Estrategias y/o Protocolos para la prevención y tratamiento del suicidio no deberían ser sólo campañas de detección y abatimiento de síntomas (intervención centrada en la punta del iceberg), sino que deberían ayudar a las personas en crisis a enfrentar los auténticos problemas y dilemas que la vida les plantea en primera persona, dotándoles de los recursos singulares y sociales necesarios.

El control de síntomas, si nada cambia, contextual, familiar ni existencialmente, dará como resultado predecible un aumento del malestar y, correlativamente, un aumento del riesgo y de nuevos tratamientos, llegando hasta las medidas coercitivas como el ingreso involuntario, tan necesario como muchas veces evitable.

Como han señalado Rogers y Soyka (2004), este abordaje centrado en la sintomatología produce un “efecto deshumanizante”, crea distancia entre la persona que busca ayuda y el profesional y por tanto aísla; construye una identidad suicida y por tanto un manto de vergüenza tras el que ocultarse; y finalmente, induce desesperanza e indefensión respecto de las posibilidades de solución.

Por lo tanto, la finalidad de los Planes, Estrategias y/o Protocolos de atención-prevención del suicidio no debiera consistir sólo en impedir la muerte (dispositivos de vigilancia, control farmacológico, adherencia e ingreso hospitalario, sin ser esto poco), sino en ayudar a las personas a engancharse a la vida, para lo cual se requiere no sólo saber lo que tiene (identificación y cuantificación de los comportamientos suicidas), sino entender lo que pasa; construir una narrativa biográfica de sentido (cómo hemos llegado hasta aquí) y de futuro (construir un horizonte de esperanza).

Se necesita una lectura crítica respecto de la investigación tradicional del suicidio y avanzar hacia una aproximación plural, cualitativa y contextual-existencial, para la comprensión, prevención, desestigmatización y ayuda a las personas con riesgo suicida, supervivientes y familias. Para ello se precisa de la colaboración interdisciplinar y multiprofesional de los profesionales de la medicina, la enfermería, la psicología, el trabajo social, la sociología y la antropología, etc.

Violencia de género digital y su estrecha relación con la instigación al suicidio

La Ley N° 27.736, conocida como Ley Olimpia, modificó a la Ley N° 26.485, incorporando la violencia digital o telemática definida como: “Toda conducta, acción u omisión en contra de las mujeres basada en su género que sea cometida, instigada o agravada, en parte o en su totalidad, con la asistencia, utilización y/o apropiación de las tecnologías de la información y la comunicación, con el objeto de causar daños físicos, psicológicos, económicos, sexuales o morales tanto en el ámbito privado como en el público a ellas o su grupo familiar, en especial conductas que atenten contra su integridad, dignidad, identidad, reputación, libertad, y contra el acceso, permanencia y desenvolvimiento en el espacio digital o que impliquen la obtención, reproducción y difusión, sin consentimiento de material digital real o editado, íntimo o de desnudez, que se le atribuya a las mujeres, o la reproducción en el espacio digital de discursos de odio misóginos y patrones estereotipados sexistas o situaciones de acoso, amenaza, extorsión, control o espionaje de la actividad virtual, accesos no autorizados a dispositivos electrónicos o cuentas en línea, robo y difusión no consentida de datos personales en la medida en que no sean conductas permitidas por la ley 25.326 y/o la que en el futuro la reemplace, o acciones que atenten contra la integridad sexual de las mujeres a través de las tecnologías de la información y la comunicación, o cualquier ciberataque que pueda surgir a futuro y que afecte los derechos protegidos los derechos protegidos en la presente ley”.

 

Caso resonante

Murió por suicidio una joven de 16 años en Longchamps, que tomó esa decisión luego de que se viralizara un video íntimo con un joven. La joven se quitó la vida luego de que se filtró un video de un encuentro íntimo entre ella y un joven de 14 años. El muchacho envió el video a otro compañero y este otro lo viralizó. “El sábado se suicidó una compañera de colegio de mi hija mayor (16 años, compañeras desde el jardín)”, comenta una profesora de literatura cuya hija asiste al mismo colegio que la adolescente. El tema sacó a la luz la utilización de videos de contenido sexual e impuso la necesidad de hablar de algunos temas como la pornovenganza, es decir “la utilización de fotografías o videos privados tomados en la intimidad para publicarlos o viralizarlos sin el consentimiento del protagonista a través de redes sociales o sitios web, aún habiendo existido acuerdo entre las partes involucradas para la creación de esas imágenes o videos”.

Estadísticas: No son cifras, son personas

En cuanto a las estadísticas de suicidios en la adolescencia, según un estudio del Ministerio de Salud nacional sostiene que ‘’en la Argentina, los suicidios constituyen la segunda causa de muerte en la franja de 10 a 19 años.  En el grupo de 15 a 19 años, la mortalidad es más elevada, alcanzando una tasa de 12,7 suicidios de cada 100.000 habitantes, siendo la tasa en los varones 18,2 y en las mujeres 5,9. (MSAL, 2016)

Desde principios de la década de 1990 hasta la actualidad la mortalidad por suicidio en adolescentes triplicó considerando el conjunto del país. Durante el año pasado 4.195 personas murieron por suicidio en Argentina.

La cifra más alta en los últimos 10 años

  • 2014: 3296
  • 2015: 2953
  • 2016: 2897
  • 2017: 3304
  • 2018: 3903
  • 2019: 3647
  • 2020: 3262
  • 2021: 3648
  • 2022: 3959
  • 2023: 4195

En 10 años 35.064 personas murieron por suicidio en Argentina.

Cada 2 horas muere una persona por suicidio en Argentina. Es mayor la tasa de suicidios que accidentes de tránsito, homicidios dolosos y homicidios culposos.

Entre Ríos, San Luis, Catamarca, La Rioja, Santiago del Estero, son las provincias con las tasas más altas de suicidio.

“Hablar del suicidio no hace que las personas se maten, pero no hablar de suicidio podría llevar a eso.” (Jodi Gold, Centro Gold para la salud mental)

Si vos o alguien que conoces está atravesando algún problema de salud mental, no dudes en comunicarte: 0800 999 0091, las 24 horas del día los 365 días del año.

 

SudOeste B.A. con información de OPS y La Defensoría del PBA 

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