Kamala Harris o Donald Trump: qué espera Argentina de los resultados electorales en Estados Unidos
Javier Milei apuesta por un triunfo del republicano que facilite las negociaciones con Fondo Monetario Internacional
El 25 de febrero pasado, Javier Milei coincidió con Donald Trump en la Conferencia de Acción Republicana celebrada a las afueras de Washington. El argentino llevaba poco más de dos meses en la presidencia y estaba eufórico. “¡Presidente!”, gritó, y atrajo a Trump para sacarse una foto con el político que más admiraba en el mundo. “Hagamos grande a Argentina otra vez”, dijo Trump en inglés y mirando a cámara con los pulgares en alto. “Espero verlo otra vez, la próxima como presidente”, le respondió Milei, y cerró el encuentro con su grito de guerra: “¡Viva la libertad, carajo!”. Ese fue el primer y único encuentro entre ambos representantes de la ultraderecha americana. Desde entonces, Milei enciende velas a un triunfo de Trump sobre la demócrata Kamala Harris en las elecciones del 5 de noviembre, convencido de que el republicano saldrá al rescate de la economía de Argentina. Es muy posible que sus anhelos se frustren.
Estados Unidos es el tercer socio comercial de Argentina, por detrás de Brasil y China. En marzo de 2024, el balance entre exportaciones e importaciones era negativo para el país sudamericano en 44 millones de dólares, según datos del Indec. Es también el tercero en inversión extranjera directa después de Brasil y Espáña, con ingresos netos por 1.022 millones de dólares en el primer trimestre de este año. Un día antes de aquel saludo entre Milei y Trump, el argentino recibió en Buenos Aires al secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, para “profundizar los lazos” y “aumentar el comercio”. El funcionario estadounidense dijo tras esa reunión que Argentina podía contar con la Casa Blanca “mientras estabiliza su economía”. Milei recordó entonces que su Gobierno había decidido “volver al lado de Occidente, al lado del progreso, al lado de la democracia y, sobre todas las cosas, al lado de la libertad”. Nada se habló de que al día siguiente, Milei daría un apoyo explícito a Trump en su pelea con Harris.
El pasado miércoles, Milei eyectó de su cargo a la canciller Diana Mondino porque Argentina había votado, junto con 178 países, en contra del embargo de Estados Unidos a Cuba en la Asamblema General de la ONU. El presidente consideró que eso ponía en cuestión su alineamiento automático con Washington. Sin embargo, en septiembre, rechazó con su voto un documento de consenso a favor de la agenda 2030 junto con Corea del Norte, Rusia e Irán y en contra de la decisión de la Casa Blanca. Estas contradicciónes de Milei no parecieron importar demasiado a Washington, en parte porque Buenos Aires tiende a sobreestimar la atención que le presta la diplomacia estadounidense.
Jorge Argüello ha sido embajador de Argentina en Washington durante las presidencias de Barack Obama, Donald Trump y Joe Biden. “Nunca he visto ni a Argentina ni a América Latina ocupar un lugar destacado en la agenda exterior de Estados Unidos. En ninguno de los dos debates de candidatos, el de Biden con Trump y el de Trump con Harris, América Latina fue mencionada ni una sola vez. Se habló al pasar de México, pero por su pertenencia al NAFTA”, explica Argüello. Según su lectura, es irrelevante para Argentina quien gane las elecciones del próximo martes. Y no está de acuerdo con la sugerencia de Milei de que la situación mejorará si Trump llega a la Casa Blanca, sobre todo en lo que hace a las negociaciones con el Fondo Monetario Interncional (FMI) por fondos frescos.
La esperanza de Milei en la relación con el Fondo se remonta a los sucedido en 2018, cuando fue clave el apoyo de Trump para que el multilateral otorgase al presidente Mauricio Macri un crédito de 44.000 millones de dólares, el mayor jamás concedido a un socio. “Milei conversó unos minutos con Trump durante la convención conservadora de febrero y le transmitió su deseo de que fuese presidente. Pero la situación con Macri era bien distitina, porque ambos se conocían de años por haber tenido negocios inmobiliarios en el pasado”, explica. Es cierto que Trump ayudó en esas negociaciones, pero Argüello recuerda que fue también el republicano quien, “de la noche a la mañana, sin aviso previo, decidió suspender la importación de biodiesel procedecente de Argentina, lo que supuso pérdidas por 1.400 millones de dólares al año”. En conclusión, dice, “Estados Unidos tiene sus propIos intereses, que a veces coinciden con los de los demás países y a veces no. Esta idea de Milei del alineamiento automático no necesariamente es una buena noticia”.
Diego Guelar es otro de los diplomáticos argentinos que mejor conoce la relación entre su país y Estados Unidos. Fue embajador en ese país, además de China, Brasil y la Unión Europea. Coincide en que no tiene demasiada importancia si el ganador del martes es Trump o Harris. Los bancos de inversión y los organismos de crédito están descentralizados y no responden a la Casa Blanca, dice. Todo indica, además, que tanto demócratas como republicanos avanzarán hacia un mayor proteccionismo comercial, lo que afectará las ventas argentinas a Estados Unidos. “No habrá una política positiva para Argentina, pero tampoco negativa, gane quien gane”, dice Guelar. “Puede haber elementos de simpatía personal entre Trump y Milei, pero no pasa de la foto”, dice. ¿Y tiene asidero la confianza en que Trump facilitará, en caso de ganar, las negociaciones con el FMI? Guelar considera que no. “El gran manotazo al FMI ya lo hizo Macri. Estados Unidos pensaba que Argentina se estaba encarrilando. Tenía además una mala relación con Brasil y pensaron que valía la pena darle un impulso a Argentina y se equivocaron”, explica.
Lo único seguro es que Milei estará más cómodo con Trump que con Harris. Sumará un poderoso aliado en su cruzada contra la izquierda global, pero no necesariamente eso redundará en más inversiones o ayuda financiera.
Por Federico Rivas Molina / El País