Ángela Peralta Pino, "La Maestra Caracol": en homenaje a ella hoy se celebra el Día del Maestro Rural
Como se explica en el libro "La escuela no fue siempre así" a mediados del siglo XIX, era el maestro quien se trasladaba para llegar hasta los alumnos. Viajaba en un carromato, donde llevaba todo lo necesario para su tarea, como láminas, mapas, pizarrón, tizas, útiles para los alumnos, libros y diccionarios. Se quedaba en el lugar elegido entre cuatro y seis meses, y después se iba a otro paraje para empezar de nuevo con su labor.
Desde 1914, se denomina zona rural a todo espacio social que tenga hasta 2000 habitantes. Por lo tanto, quienes viven en estas regiones del país reciben una educación "plurigrado" en la que no están separados por edades.
Ángela Peralta Pino fue la primera maestra rural argentina. A mediados del siglo XX recorría el norte de Santa Fe con su escuela rodante. En un contexto disperso caracterizado por las extensas distancias, la falta de líneas de comunicación y las complicaciones climáticas, la alfabetización de los niños se dificultaba mucho. Entonces, en 1940, esta maestra decidió salir a bordo de un vagón de tren convertido en aula para recorrer distintas geografías. Por eso fue llamada "La Maestra Caracol".
Ángela había nacido un día como hoy, pero de 1901, en Providencia, Santa Fe. Peregrinó por más de dos décadas alfabetizando a hijos de los hacheros y peones rurales del norte santafesino. Su trabajo docente fue tan significativo que se reconoce la fecha de su nacimiento, el 9 de noviembre, como Día Nacional de los Maestros Rurales.
A lo largo de 22 años con su Escuela Rodante Nº 942 (montada en un antiguo vagón sobre ruedas aptas para el tránsito en caminos de tierra), Ángela recorrió los obrajes forestales como el de Los Guasunchos, Los Quebrachales e Itapé, y lejanas zonas rurales de Santa Margarita, Los Guanacos, Cuatro Bocas y El Mate. También estuvo en zonas conocidas como La Avanzada, La Carreta y La Hiedra.
«Angelita», como la llamaban los lugareños, se internó en los quebrachales para combatir el analfabetismo y llegar a los lugares donde aún no existían escuelas permanentes.
Durante todo ese tiempo, recogió -algo poco común para ese momento- testimonios de sus clases y de la vida de sus alumnos a través de la palabra como de la imagen: con una cámara elemental tomó 250 fotos que ahora conforman parte de un legado educativo inigualable que se encuentra en el Museo Histórico de la ciudad de Tostado.
Además de su tarea pedagógica, realizó una labor insoslayable en zonas remotas y olvidadas, tales como normalizar las relaciones entre el hombre y la mujer, socorrer las necesidades de la problemática sanitaria en un medio hostil, contrarrestar los efectos del hambre, el hacinamiento y el alcoholismo. A fin de cuentas, un trabajo educativo y social venciendo todo tipo de dificultades materiales y humanas.
De esta forma, y durante sus dos décadas de permanencia pedagógica en los montes del norte del departamento 9 de Julio, Ángela Peralta Pino fue un verdadero paradigma de la educación rural, que en la actualidad sigue mostrando que esa noble tarea no sólo es lograda con voluntad, sino con deseos profundos de transformaciones sociales y educativas.
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