Equinoterapia

Cabalgando por la vida "hay un antes y un después"

Sociedad 04/07/2021 Hora: 23:28
Los fieles Tornado (izq.), Pampa, Lobuno y Sapo. De pie: Carlitos, Pilar, Luciano Damián y Lucrecia. Delante: Tatiana Rosana y Ana
Los fieles Tornado (izq.), Pampa, Lobuno y Sapo. De pie: Carlitos, Pilar, Luciano Damián y Lucrecia. Delante: Tatiana Rosana y Ana

Sapo, Tornado, Lobuno y Pampa conforman el staff equino del Centro de Actividades Ecuestres Cabalgando por la vida. Junto a un equipo de profesionales en Equinoterapia le ponen el cuerpo a la rehabilitación de niños y niñas, jóvenes y adultos de la localidad y la zona.

 

“Quien ha experimentado montar un caballo sabe que hay un antes y un después”.  
Rosana Kissner, primera instructora que tuvo el Centro de Actividades Ecuestres Cabalgando por la Vida, en 2002, y actualmente en funciones, lo sabe por experiencia.
De chica, cuando vivía en el campo y tenía pocas posibilidades de viajar a la zona urbana, recibió un regalo que jamás olvidará: Sefa, la yegua que marcó su vida.  
La conexión que tuvieron, de una u otra forma, es el motivo por el cual aún hoy, después de tantos años, sigue eligiendo ser el puente para que otras personas puedan disfrutar de una actividad tan sanadora y revitalizante: la equinoterapia.

 
“Nadie llega al Centro un día, y al día siguiente ya no quiere ir más. Todos esperan ansiosos que llegue cada sábado para poder realizar la terapia”, contó.  

La actividad involucra a unos 10 pacientes de distintas edades de Bordenave y la zona y se realiza en un predio cedido por el vecino Omar Montanguie, hace casi 20 años.

Allí los esperan Sapo, Tornado, Lobuno y Pampa, los caballos que durante la semana son cuidados y alimentados en un predio cercano de dos hectáreas.

“Como profesional, uno a veces pone muchos objetivos en una terapia cuando, para un paciente, el simple hecho de llegar, poner el bozal, el freno, la montura y montar, ya lo es todo: no necesita mucho más, solo disfrutar del escenario natural”, comentó.

Uno de los momentos más emotivos y mágicos de estos esperados encuentros se da al final de cada clase, cuando los pacientes bajan del caballo, lo saludan y agradecen con una zanahoria.

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"Cada sábado, cuando suena el despertador sabemos que nos espera una hermosa jornada en equinoterapia. Sin embargo, no siempre contamos con un día soleado y sereno. Muchas veces hay viento, nubosidad, frío, calor; pero esas condiciones adversas no apagan la energía que tenemos para colaborar en la rehabilitación de muchas personas”, señaló Rosana Kissner.

 
Crédito: Facebook Equino Bordenave.

“El Centro funciona de 8 a 14.30, aunque en medio de esta ola polar que estamos transitando y sumado a la pandemia debemos tomar recaudos para cuidar el doble a cada paciente”, reflexionó.

Los momentos más críticos son los meses de más bajas o altas temperaturas.  

Quienes se acercan a la equinoterapia llegan generalmente por derivación de algún otro profesional de la salud. No siempre tienen un diagnóstico bien marcado y muchas veces, simplemente lo hacen en busca de un contacto con la naturaleza y por la libertad de hacer algo distinto.

La terapia psicofísica que se brinda consiste en una rehabilitación integral del paciente con discapacidad.

 
Centro Equino (2018).

“Lo que uno espera de esta terapia es que esos pequeños logros que van a apareciendo, sirvan de complemento al resto de actividades o terapias que ellos hacen en distintos ámbitos, para alcanzar el objetivo final: mejorar su calidad de vida”, contó.  

“Cuando una persona monta un caballo y va, de un paso a un trote o a un galope, está recibiendo impulsos rítmicos a través del lomo del caballo que se transmiten al cinturón pélvico, la columna vertebral y los miembros inferiores. Esto hace que uno suba de una manera y baje de otra”, amplió.

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En la actualidad el Centro motoriza dos proyectos: la terminación de un Salón de Usos Múltiples, para que los pacientes tengan la posibilidad de realizar actividades en un lugar cerrado cuando no estén dadas las condiciones para hacerlo al aire libre, y la apertura del Centro a la comunidad.

El plan es abrir de lunes a sábado para quienes deseen ir a montar, por el motivo que sea; ya fuera por curiosidad, porque nunca antes lo hicieron o porque no cuentan con el recurso del caballo.

El equipo de trabajo está formado por dos instructoras y dos auxiliares de pista: una de las cuales es una paciente integrada. Además, se está formando un equipo interdisciplinario, que ya cuenta con una acompañante terapéutica.

“En lo cotidiano, solemos naturalizar todo, pero cuando lo ponés en palabras, te das cuenta de la importancia, el valor de la terapia y todo lo que hemos logrado hasta hoy en nuestro Centro”, dijo la instructora.

“Debemos ser muy agradecidos con el Municipio, que nos permite brindar este servicio, con cada miembro de la Comisión Directiva, que trabaja de forma desinteresada; con los papás que nos confían a sus hijos y hasta con la responsabilidad de quien los moviliza hasta el predio. No trabajamos en forma aislada, es un equipo muy grande el que participa”, concluyó. 


El impacto por la Pandemia 

En marzo de 2020, cuando las instituciones comenzaron a cerrar sus puertas con motivo del aislamiento obligatorio, el Centro no estuvo ajeno. Pensaron que el cierre sería por 15 días pero no pudieron retomar las actividades hasta setiembre y, aún ese mes, pudieron hacerlo de forma parcial ya que quienes llegaban desde la zona, en combi, tuvieron que esperar un tiempo más para contar con las habilitaciones pertinentes para los traslados.

El impacto fue grande porque históricamente la entidad solo cierra sus puertas en enero para que los pacientes y profesionales tengan un descanso y porque ese mes la actividad al aire libre es casi imposible de realizar.

“Todavía hoy nos cuesta no darle un beso o un abrazo a alguien que baja de la combi, como hacíamos antes, y tener que saludarlo a la distancia, con un puño o un codo. Y hasta nos afectan cuestiones tan sencillas como no poder compartir unos mates”, dijo.

La entidad solía organizar cumpleaños, asados o festejar el cierre del año con algún encuentro.  

“En diciembre, cuando hacemos el cierre de las actividades y nos despedimos hasta el próximo año, nos faltó el asado o compartir una torta. Nos faltó reír, cantar, bailar y compartir un rato”, señaló.

En la actualidad, una de las mayores necesidades es contar con más elementos de seguridad para el trabajo en pista, como cascos, ya que si bien tienen un stock la Pandemia requiere un protocolo diferente en el uso de elementos. También son necesarios frenos, bozales y monturas.  

La entidad surgió en 2002 por iniciativa de un grupo de personas del Centro Criollo 10 de noviembre, de Bordenave, que pensó en brindar un servicio de salud, un tipo de terapia integral no solo a la comunidad sino a la zona, ya que esta localidad está en el centro del partido de Puan.

El proyecto funciona desde su nacimiento por la labor e iniciativa de personas que fueron indispensables como Jacinto López, Roberto Marante (quienes ya no están) Héctor Martín y Alberto Busetti. Este centro equino depende de la Secretaría de Promoción Social y área de Discapacidad del Municipio de Puan.

Marta Andrea Castro, una de las dueñas de la cabaña La Manea, de cría de caballos criollos en Bordenave, preside la Comisión Directiva y Rosana Kissner está en la Vicepresidencia.

El proyecto cuenta con la coordinadora e instructora Ana Purreta; la auxiliar de pista, Tatiana Úbeda, Pilar Schulmaister y la Acompañante Terapéutica Analía Romero.

El staff equino  
Sapo. Desde el Centro notaron que este caballo, que fue donado por un propietario rural, tenía una discapacidad en uno de sus ojos. No obstante, decidieron integrarlo, al igual que se integra a las personas con distintas condiciones. A partir de este análisis, él sigue trabajando con los cuidados que requiere la clase cuando está como terapeuta.

Tornado. Es juguetón. Si le das rienda suelta en un galope realiza travesuras con sus patas. Esto hace que quien lo esté montando deba estar muy atento.  

Pampa. Es muy “pancho”. Nunca está nervioso. Nada lo desestabiliza. Ideal para quienes tienen ansiedad. Él baja a las personas a tierra.

Lobuno. Es el caballo más antiguo del Centro. Es muy tranquilo, pero tiene su carácter. Cuando está cansado o aburrido muestra los dientes y atina a morder. Por eso, deben estar muy atentos a los movimientos con su boca.  
 
Reina. La única yegua que tuvo la entidad, Reina, era la compañera de Lobuno. Su partida no pasó desapercibida y aun la recuerdan con emoción.

(La Nueva)

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