ADOLFO ALSINA

La historia de la misteriosa princesa del Castillo de Epecuén

La francesa Ernestine Marie Leontine Allaire, casada en segundas nupcias con el príncipe ruso Serge Nicolas Mestchersky, mandó a construir esta majestuosa edificación como parte de un proyecto inmobiliario más ambicioso.

Sociedad 10/02/2023 Hora: 17:17
La historia de la misteriosa princesa del Castillo de Epecuén
La historia de la misteriosa princesa del Castillo de Epecuén

El castillo de Epecuén, recordado por quienes visitaron el balneario en la época de su apogeo no fue una estrategia turística para atraer más visitantes ni una demostración de poder o de riqueza de algún acaudalado de las pampas. Por el contrario, fue la impronta femenina que delinea su historia lo que lo hace único.

La misteriosa mujer que mandó a levantar sus paredes -y que llegó a vivir en él algunos años- tiene nombre, apellido y título nobiliario: la princesa Ernestine Marie Leontine Allaire.

Nacida en Francia el 6 de febrero de 1874, llegó a Argentina en 1910. Un año después se casó en segundas nupcias con el príncipe ruso Serge Nicolás Mestchersky, quien le concedió el poder absoluto para manejar sus bienes.

El castillo en los 60. Se construyó entre 1924 y 1925.

No se sabe bien qué la impulsó a viajar a nuestro país, pero se especula que pudo haber sido con el afán de cuidar y desarrollar los negocios de su esposo. El halo de misterio que la rodea se acrecienta porque, pese a las investigaciones sobre su historia, al día de hoy no se ha hallado fotografía alguna de ella.

Según el historiador Gastón Partarrieu, autor del libro "Epecuén, historias de sus años dorados (1921-1956)" era una mujer fuera de lo común.

"Ella, tras relacionarse con altas esferas desde lo social y lo sentimental, logró una buena posición socio-económica. Esto le permitió desarrollar actividades y negocios no comunes entonces para su género”, narró en su libro. 

¿Qué la llevó a construir un castillo en Epecuén, de entre todas las opciones que tenía a su alcance dados sus recursos? ¿Por qué eligió a este entonces próspero balneario argentino para elevar semejante mole que despertó la admiración y curiosidad de millones de visitantes? 

Al parecer, y según cuenta la tradición oral, la princesa quedó cautivada por el paisaje y las propiedades medicinales de la laguna y, por ello, mandó a edificar esta casa de veraneo, que parece sacada de un cuento, y que no tenía nada que envidiar a similares versiones europeas.

Esta foto, tomada en 1925, quizás sea la única en la que se ve a la princesa, pero nadie la ha podido identificar.

Pero el castillo era más que su excéntrica vivienda, era la carta de presentación de un proyecto inmobiliario ambicioso: la Radium Ville, diagramada como una villa de hoteles y pensiones.

La idea de Ernestina era lotear el amplio terreno adquirido y vender estos lotes a quienes desearan realizar inversiones allí, sobre todo hoteleras, con la promesa de una pronta recuperación de capital. Para atraer a estos inversores, también edificó destacados chalets de estilo europeo.

PUBLICIDAD

La princesa no tuvo hijos y se divorció del príncipe ruso en 1921. Fue tras el divorcio que decidió mudarse del establecimiento rural Las Isletas, en Córdoba, donde residía, y radicarse en Epecuén.

Turistas visitaban el castillo, uno de los lugares más recordados de la villa Epecuén.

“Promediando el año 1922 adquiere a Don Celedonio Neira, los lotes X y XI de la chacra 54 de la circ. II de Adolfo Alsina, sobre la costa de la laguna Epecuén”, detalló Partarrieu. 

El autor comprobó que, tras realizar la subdivisión del terreno, Ernestina vendió un lote a su hermano Fernando quien levantó el primer hotel en la costa de la laguna, el Plage Hotel, por mucho tiempo uno de los más importantes.  

El primer loteo de 104 lotes, y el único en el que la mujer pudo estar presente, fue en 1928. El castillo de Epecuén fue una de sus últimas inversiones (antes operó en Europa, Paraguay y otros puntos de Argentina) ya que falleció en 1929, por “problemas bronquiales y pulmonares”, según consigna su acta de defunción, probablemente afectada por tuberculosis.

El castillo era de dos pisos: las habitaciones estaban en la planta alta, junto con sala de estar y dos baños.

Tenía cuatro hermanos, dos de los cuales, Fernando y Federico, también se establecieron en Epecuén y siguieron adelante con prósperos negocios.

De padre cerrajero y madre ama de casa, esta pionera supo imponerse en un mundo en que los hombres tenían dominio en casi todos los órdenes, y dejó su huella en el sudoeste bonaerense.

De ropa oscura, Ivonne Allaire, sobrina de la princesa y su esposo, el Dr. Domingo Arabetti.

En su testamento, la princesa legó parte de sus bienes a la Sociedad de Beneficencia Francesa y Filantrópica del Río de La Plata, que administraba el Hospital Francés.

El castillo de Epecuén fue adquirido por uno de sus hermanos en 1933 y luego vendido a Elena Horvath, a quien muchos confunden con la propietaria original y por eso la llaman “la princesa húngara”.

Poseía una laguna artificial con dos puentes (uno de ellos para carruaje) y una gruta con una imagen de la Virgen de Lourdes, patrona de los enfermos.

 

Tenía un castillo más grande en el sur de Córdoba

Las investigadoras cordobesas Rita Gerbaudo (escritora autodidacta e historiadora de Jovita) y Flavia Daniele (Licenciada en Ciencias Políticas, de Villa Huidobro) en su libro La misteriosa princesa del Roca”, escrito en pandemia, se encargaron de echar luz sobre los aspectos poco conocidos de la vida de esta princesa que también levantó un castillo en aquellas tierras, más grande aún que el de Epecuén.

Lograron ratificar mediante archivos que Ernestine nació en Francia el 6 de febrero de 1874, en Fontenay Le Comte y que pidió el divorcio de su primer matrimonio en el año 1905. En 1911 se casó con quien le otorgó el título de princesa, el príncipe ruso Mestchersky.

Portada del libro de las investigadoras cordobesas.

Observaron que, durante la época del centenario, cuando la princesa arribó a Argentina, tuvo lugar un movimiento inmigratorio de la colectividad francesa que vino a invertir en estas tierras. No se descarta que Ernestine haya formado parte de esta oleada.

Se dice que compró tierras en Córdoba tras tomar conocimiento sobre inversiones francesas en los ferrocarriles, ya que había un proyecto de trazado de vías férreas desde Río Cuarto hacia Bahía Blanca y desde Carhué hacia el sur cordobés.

 

 

(La Nueva)

Aporte Solidario

Tu contribución nos ayuda a seguir construyendo un periodismo distinto de calidad y autogestión.
Contribuir ahora
Comentar esta nota