El cansancio de la vida: el fenómeno creciente en la sociedad occidental
Por Sam Carr*
Molly tenía 88 años y gozaba de buena salud. Había sobrevivido a dos maridos, a sus hermanos, a la mayoría de sus amigos y a su único hijo.
“Ya no me quedan relaciones significativas, querido”, me dijo. Han muerto todos. ¿Y sabes qué? Después de todo, quiero dejar este mundo también”. Inclinándose un poco más cerca, como si me estuviera contando un secreto, continuó:
¿Te digo lo que soy? Soy fuerte. Puedo admitir ante mí misma y ante vos que no queda nada para mí acá. Estoy más que lista para irme cuando sea mi momento. De hecho, no puede llegar lo suficientemente rápido.
He entrevistado a muchas personas mayores para la investigación. De vez en cuando, me sorprende la sinceridad con la que algunas personas sienten que su vida está completa. Parecen cansados de estar vivos.
Soy miembro de la Red Europea de Investigación sobre la Comprensión del Cansancio de la Vida en las Personas Mayores, un grupo de geriatras, psiquiatras, científicos sociales, psicólogos y estudiosos de la muerte. Queremos comprender mejor el fenómeno y descubrir qué tiene de único. La red también está trabajando en el asesoramiento a políticos y prácticas sanitarias, así como en el apoyo a cuidadores y pacientes.
La profesora de ética del cuidado Els van Wijngaarden y sus colegas en los Países Bajos escucharon a un grupo de personas mayores que no estaban gravemente enfermas, pero que anhelaban terminar con sus vidas. Los problemas clave que identificaron en esas personas fueron: soledad dolorosa, dolor asociado con no importar, luchas con la autoexpresión, cansancio existencial y miedo de ser reducidos a un estado completamente dependiente.
Esto no tiene por qué ser la consecuencia de una vida de sufrimiento, o una respuesta a un dolor físico intolerable. El cansancio de la vida también parece surgir en personas que consideran que han vivido una vida plena. Un hombre de 92 años le dijo a los investigadores de la red:
No tienes ningún efecto sobre nada. El barco zarpa y todos tienen trabajo, pero tú simplemente navegas. Soy carga para ellos. Eso no es fácil. Ese no soy yo. Humillación es una palabra demasiado fuerte, pero raya en ella. Simplemente me siento ignorado, completamente marginado.
Otro hombre dijo:
Mire la condición de esas ancianas en el edificio de enfrente. Demacradas y medio muertas, inútilmente conducidas en una silla de ruedas... Ya no tiene nada que ver con ser humano. Es una etapa de la vida por la que simplemente no quiero pasar.
Un sufrimiento único
El novelista estadounidense Philip Roth escribió que “la vejez no es una batalla, la vejez es una masacre”. Si vivimos lo suficiente, podemos perder nuestra identidad, capacidades físicas, pareja, amigos y carreras.
Para algunas personas, esto provoca una sensación muy arraigada de que la vida ha sido despojada de significado y que las herramientas que necesitamos para reconstruir un sentido de propósito son irrecuperables.
La profesora de cuidado Helena Larsson y sus colegas en Suecia han escrito sobre un “apagado gradual de las luces” en la vejez. Argumentan que las personas abandonan constantemente la vida, hasta que llegan a un punto en el que están listas para desconectarse del mundo exterior. El equipo de Larsson plantea la cuestión de si esto podría ser inevitable para todos nosotros.
Por supuesto, este tipo de sufrimiento comparte características (es deprimente y doloroso) con la angustia que encontramos en otros momentos de la vida. Pero no es lo mismo. Considere el sufrimiento existencial que podría surgir de una enfermedad terminal o un divorcio reciente. En estos ejemplos, parte del sufrimiento está relacionado con el hecho de que hay más del viaje de la vida por hacer, pero que el resto del viaje se siente incierto y ya no se ve de la forma en que fantaseábamos que sería.
Este tipo de sufrimiento a menudo está relacionado con el duelo por un futuro que sentimos que deberíamos haber tenido, o con el temor de un futuro del que no estamos seguros. Una de las distinciones en el cansancio de la vida es que no hay deseo ni duelo por un futuro; sólo una profunda sensación de que el viaje ha terminado, pero se prolonga dolorosa e indefinidamente.
La vista global
En países donde la eutanasia y el suicidio asistido son legales , los médicos e investigadores debaten si el cansancio de la vida alcanza el umbral para el tipo de sufrimiento emocional incesante que otorga a las personas el derecho a la eutanasia.
El hecho de que este problema sea lo suficientemente común como para que los investigadores lo debatan puede sugerir que la vida moderna ha excluido a las personas mayores de la sociedad occidental. Quizás los ancianos ya no sean venerados por su sabiduría y experiencia. Pero no es inevitable. En Japón, la edad es vista como una primavera o un renacimiento después de un ajetreado período de trabajo y crianza de los hijos. Un estudio encontró que los adultos mayores en Japón mostraron puntajes más altos en crecimiento personal en comparación con los adultos de mediana edad, mientras que en los EE. UU. se encontró el patrón de edad opuesto.
El cirujano y profesor de medicina Atul Gawande argumenta que en las sociedades occidentales, la medicina ha creado las condiciones ideales para transformar el envejecimiento en un “desvanecimiento lento y prolongado”. Él cree que la calidad de vida se ha pasado por alto a medida que canalizamos nuestros recursos hacia la supervivencia biológica. Esto no tiene precedentes en la historia. El cansancio de la vida puede ser evidencia del costo.
*Miembro de la Red Europea de Investigación sobre la Comprensión del Cansancio de la Vida en las Personas Mayores / Universidad de Bath. Artículo original en inglés en The Conversation
