COMPORTAMIENTOS HUMANOS

Jóvenes que se sienten solos

Durante la adolescencia, muchos jóvenes se enfrentan a tanta presión por pertenecer a un grupo, que llegan a sentirse angustiados y caen en un profundo sentimiento de soledad. ¿Cómo acompañarlos?

Sociedad 04/07/2023 Hora: 16:08
Jóvenes que se sienten solos
Jóvenes que se sienten solos

Hay circunstancias de la vida en las que la soledad, cuando aparece, nos deja en un lugar en el que no queríamos estar. Esa soledad no deseada se padece, nos enfrenta inevitablemente a nosotros mismos y nos asusta, mostrándonos partes de nuestra personalidad que no nos gustan. Aparece la sospecha de que no podemos lidiar con nuestras emociones y eso nos llena de angustia.

También existen la soledad necesaria (a la que nos obliga, por ejemplo, el duelo por una muerte cercana, y que hay que transitar inevitablemente) y la elegida, que es una soledad de sosiego, generalmente ocupada por tareas creativas.

Pero la soledad entre jóvenes y adolescentes es un tema muy complejo, que preocupa cada vez más a los padres y a los profesionales de la salud. Muchos se inclinan a cargar las tintas sobre las redes sociales, mientras que otros prefieren considerarlas un componente que agrava un problema que siempre existió y que, en realidad, tiene que ver con las etapas naturales del crecimiento físico, el desarrollo cognitivo y emocional.

Para un adolescente, el manejo de los vínculos puede resultar un peso enorme al tener que exponerse para mostrar una autenticidad que todavía no tiene (porque él mismo está en construcción) y que le permita pertenecer a algún círculo y ser aceptado por sus pares, los únicos que importan en esa etapa de sus vidas.

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Las redes han “ayudado”, permitiéndoles bajar la ansiedad de vincularse y contactarse a distancia –y todo el tiempo– echando mano a personalidades modificadas que tienen más que ver con sus aspiraciones y deseos que con sus realidades. Pero esto acarrea efectos colaterales complejos en los que hay que reparar. 

Para comprender mejor este panorama, hablamos con el licenciado Alejandro González Lebrero, psicólogo clínico enfocando en la franja de edad de los 15 a los 25 años.

-¿Qué es la soledad?

-La soledad es una vivencia subjetiva de falta de conexión, a la que la misma persona se condena porque ha sufrido carencias en la crianza o porque aún le falta experiencia a la hora de gestionar sus emociones. Alcanzar el desarrollo cognitivo y emocional lleva tiempo, entrenamiento social y parental y compartir conexiones sociales con otros. Esta falta de entrenamiento social que se da en la familia o en la escuela, hace que el joven se sienta inferior, se calle o no participe para que no se burlen de él o lo discriminen. Así pierde la espontaneidad y, por lo tanto, su autoestima baja. En Argentina hay una gran franja de jóvenes que, por motivos económicos y sociales, no puede ir al secundario o lo abandona muy pronto. Eso limita todavía más su desarrollo social.

«El mundo del contacto virtual demanda respuestas inmediatas aumentando la ansiedad. El tiempo se percibe más corto, se vive con angustia y trae aparejado un aumento de frustración frente a la necesidad de respuestas inmediatas». 

 -¿Qué complicaciones aparecen cuando el lenguaje y el vocabulario se limitan?

-El manejo del lenguaje es fundamental. Si esa capacidad está mermada repercute en el pensamiento y hace que la realidad no se comprenda con claridad. Al no tener léxico suficiente, [los adolescentes] no disponen de las herramientas adecuadas para expresar sus ideas ni para poner en palabras sus conflictos y entenderlos. Sabemos que la pandemia desató una ola de depresión en los adolescentes y jóvenes cuyos grupos de referencia son sus amigos y pares. Al perderse esos contactos frecuentes y presenciales, creyeron perder los vínculos y aparecieron las crisis. 

La tecnología, con su necesidad de inmediatez, estimula a los jóvenes a través de las redes a la creación de un SI MISMO, cuando todavía ese “sí mismo” puede estar en formación. Surge, entonces, la invención de una máscara, de un personaje ajustado a una demanda social para ser aceptado por sus grupos de pares. Eso los aleja peligrosamente de un contacto real con ellos mismos. Adoptan estilos y fines que les son impuestos creyéndolos propios, pero que vienen de estimulaciones publicitarias que no solo monitorean nuestros hábitos de consumo, sino que los moldean para que los creamos genuinos. 

-¿Por qué aparece tanta frustración en el contacto cara a cara?

-La profundidad de pensar o de reflexionar se suplanta por la inmediatez de la respuesta. Hay mayor superficialidad: no se comparan opiniones, no se buscan otros puntos de vista, se toma como verdadera la primera posibilidad que aparece, lo que da por resultado un conocimiento más impreciso y superficial.  Estamos acostumbrados a lo audiovisual y, por lo tanto, creemos en lo que vemos —sea o no cierto—, sin confirmar la fuente. Por eso, existe una alta tasa de frustración cuando se experimenta en persona lo que las redes muestran: no coincide con el ideal esperado. Eso va creando un alejarse de la búsqueda de vínculos, un desánimo que repercute en pérdida de habilidades vinculares. Existe, además, una propensión a los grandes idealismos y aspiraciones que, en vez de estimular, alejan a los jóvenes de las metas soñadas impidiéndoles esforzarse, siquiera, en comenzar a andar el camino. 

«En simultáneo con una mayor comunicación digital, la incapacidad de describir emociones con palabras parece aumentar. El emoticono reemplaza al lenguaje más amplio, empobreciendo el pensamiento y los textos. Nos manejamos con símbolos preestablecidos, de acceso rápido que no registran demasiadas gamas de sentimientos y empobrecen el pensamiento».

-¿A qué debemos estar atentos?

-En el niño/joven que se siente solo, existe el registro de percibirse de esa manera, una sensación de carecer de las habilidades para vincularse y un consiguiente frustrarse y creerse menos. Si hay sentimiento de soledad, hay déficit en la percepción de la autoestima. Un niño sin amigos puede ser un indicativo de alguna patología. El 20% de los adolescentes se siente solo y no todos tienen iguales capacidades ni herramientas para introducirse en grupos sociales. 

-¿Cómo podemos ayudarlos?

-Un padre lúcido se da cuenta de que su hijo se siente solo y puede preguntarle qué siente, cómo se siente o qué necesita.

También tratar de establecer un porcentaje de tiempo equilibrado entre la atención y la presencia con sus hijos y su trabajo. Y así como se ocupa de su progreso en la escuela, un padre debería estar atento al desarrollo social del hijo, por eso es tan importante que lo ayuden alentándolo y motivándolo en sus proyectos. Una exigencia desmedida podría provocar un enorme sentimiento de soledad, al ser interpretado como la confirmación de que ese adolescente/joven, no alcanza los estándares de su padre y, por lo tanto, no sirve.

-¿Qué pasa si notamos una soledad demasiado prolongada?

-Tengamos en cuenta que la soledad tiene también que ver con el temperamento. Cada hijo es distinto, aunque sea criado en la misma familia. Los introvertidos, inhibidos, melancólicos, muy posiblemente sean más tímidos y hayan conseguido manejar mejor la soledad, llenándola de tareas como pensar, escribir, pintar y leer, porque en ese lugar se sienten más seguros. Los extrovertidos necesitan de los otros, disfrutan de los grupos y tienen buenas habilidades vinculares. Por eso, son más vulnerables frente a la soledad.

-¿Se puede llegar al aislamiento? 

-Se corre ese riesgo porque se sienten inseguros, desconectados de sí mismos, del vínculo afectivo y de las responsabilidades propias de éste. La angustia aparece, en alguna medida, cuando no encuentran la convalidación y contención del otro para reconocer ciertos valores en ellos mismos. Un repertorio de capacidades adaptativas amplio, es signo de madurez y de una personalidad sana. En cambio, una soledad sostenida puede producir patologías de personalidad: falta de sueño, ansiedad, depresión, ideas suicidas, ataques de pánico.

-¿Es útil explicar a los hijos que la adolescencia es una etapa en la que se sentirán solos y desencajados con el mundo? 

-Una paternidad instruida y amorosa acompaña al adolescente a transitar esa etapa de la vida. Es muy importante ayudarlos a construir una identidad independiente de los condicionantes modelos parentales, a encontrar un lugar propio, a sobreponerse a los momentos de falta de coherencia, soledad y angustia, porque todavía no saben quiénes son y mucho menos qué quieren.

No intentar forzarlos a hacer actividades como deportes, coros o cosas que suponemos los llenará de amigos y los hará superar la soledad, porque esa soledad proviene de otro lado y eso no la resuelve. El problema requiere del recurso de la palabra, porque se trata de algo del orden psicológico y emocional, y proviene de ese desorden emocional que puede traer la adolescencia.

Pili (15): Sentir la soledad en carne propia
Empecé tercer año y entré a un colegio nuevo en Córdoba. Desde entonces lo paso mal. Me ignoran. Los grupos parecen armados desde hace tiempo y no hay lugar para otras personas. En los recreos ninguno me habla. No puedo integrarme y parece que a nadie le importa. Los varones son más simples y hacen un gran grupo. Las mujeres te la hacen más difícil. Invité varias veces a algunas chicas a casa. Vinieron, pero no hubo un “ida y vuelta”. Me costó hacerlo, pero me pareció una buena idea para integrarme. No resultó.

La indiferencia es muy fea. ¿Para qué tratar de ser parte de un grupo al que no le interesás? Al final prefiero quedarme sola y hacer que leo mientras cuento las horas para que el día se termine y salir de ahí.

Tal vez, si hubiese entrado más confiada, si me hubiese mostrado más segura de mi misma, no me ignorarían así. La actitud de tener “la mejor onda” y entrar “mirando para arriba” supongo que hará las cosas más fáciles. Pero ya es tarde para revertirlo, y tampoco se cómo se hace. No quiero esforzarme y fracasar de nuevo. Lo único que quiero es cambiarme de colegio.

 

Por Luz Martí en Sophia

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