Big Data, información y dinero, mercancías vulnerables
El universo de servicios financieros, junto a la amplitud de trámites virtuales, fueron potenciados en estos últimos meses, en principio por la pandemia y la despersonalización que propició con el fin de evitar contagios; esta reacción también se enmarca en una sostenida acción de la tecnología digital, la inteligencia artificial que viene revolucionando todo el instrumental de pagos.
Si bien hay un crecimiento cuantitativo en relación al acceso a estas tecnologías, la seguridad que ofrecen a los usuarios parece no avanzar, al menos proporcionalmente a su aumento. La población mundial, asiste virtualmente a una batalla, en la que los propios organismos financieros internacionales están advirtiendo la vulnerabilidad del sistema en medio de la revolución digital.
En estos días vemos cómo desde diferentes plataformas Estatales, alertan a la población sobre prácticas desleales; Utilizar datos de los centros de vacunación (la vedette del momento), renovación de licencias de conducir, el PAMI, DEBIN (débito inmediato), hackear las cuentas de redes sociales y ahora la aplicación de whatsapp. Un sinnúmero de estafas provistas por la ingeniería social, al servicio del delito.
Estos comunicados de alerta, campañas de educación y concientización, propiciados por Municipios o Provincias, maridan con las denuncias de entidades bancarias sobre la ausencia de regulación, instan a promover la sanción de una Ley de Servicios Financieros* que:
• Oriente a la actividad hacia el desarrollo de la economía real y la exigencia al Banco
Central de una reforma normativa que garantice un único marco para toda la
actividad financiera, un adecuado contralor de la misma, iguales condiciones
laborales dentro del sistema para quienes desarrollan igual trabajo y estipule una
formación profesional acorde a un servicio público;
• Estipule medidas de seguridad para el sistema, las entidades, sus trabajadores y
los usuarios, coherentes con los riesgos sistémicos de la introducción masiva de
inteligencia artificial y las debilidades de las tecnologías de la comunicación;
• Garantice una adecuada distribución de sucursales en todo el país que aseguren
atención humana y asesoramiento financiero al público, que opere a su vez como
garantía de la operatividad del sistema y acceso suficiente a la moneda nacional
en caso de acciones destructivas o disruptivas de las redes digitales
(* XLVIII° Congreso Ordinario Nacional Bancario junio de 2021)
Por su parte desde el Banco Central de la República Argentina, en función del crecimiento de las mencionadas estafas, emitió un comunicado a los bancos donde se les pide corroborar la identidad de sus clientes en el otorgamiento de créditos por los canales electrónicos. Esta medida indica que “la verificación deberá hacerse mediante técnicas de identificación positiva. Recién después de la verificación, la entidad deberá comunicarle –a través de todos los puntos de contacto disponibles– que el crédito se encuentra aprobado y que, de no mediar objeciones, el monto será acreditado en su cuenta a partir de las 48 horas hábiles siguientes. El citado plazo de acreditación podrá ser reducido en el caso de recibirse la conformidad del usuario de servicios financieros de manera fehaciente” dice la normativa.
A modo de cierre y propiciando el uso de la tecnología, cabe remarcar que las estafas son tan antiguas como el dinero (o más aún) es cierto que la masividad en el acceso a las tecnologías aumentó exponencialmente estas prácticas; por ello como seres contemporáneos a esta revolución digital, debemos poner especial énfasis en el uso que se hace de la tecnología. Concientizarnos en la interacción con este nuevo mundo, donde nuestras claves personales, credenciales de acceso no deben ser brindadas bajo ningún concepto a desconocidos, por otra parte, no menos importante, ser conscientes que cada publicación en redes sociales aporta información y la información cuesta dinero, mayormente, nuestro dinero.
