Pellegrini: Salamone, gastronomía y turismo rural

Turismo 03/03/2023 Hora: 15:00
Plaza General José de San Martín, Pellegrini - Foto Wikipedia / Autor Depelle6346
Plaza General José de San Martín, Pellegrini - Foto Wikipedia / Autor Depelle6346

Entre las calles de casas bajas de Pellegrini, bajo un cielo turquesa e interminable, Francisco Salamone, concibió una de sus más de 60 obras, destinadas a romper la monotonía del horizonte verde de la llanura bonaerense.

A la manera de un faro erguido sobre un promontorio, la torre de 34 metros del Palacio Municipal luce desde hace nueve décadas los dos relojes que instaló el arquitecto ítalo argentino en cada una de sus caras.

Además, la sede comunal y la plaza San Martín conservan el mobiliario, luminarias, senderos y escalinatas originales, detalles inalterados que parecen dispuestos desde el primer momento para atraer el interés de turistas, estudiantes de Diseño y de Arte, arquitectos e ingenieros.

El paso fructífero de Salamone por Pellegrini también dejó en pie el Matadero, aunque de esa monumental construcción hoy sólo se alcanzan a apreciar los restos de la torre de agua.

Más allá de ese valioso patrimonio edilicio que remite a los últimos años de la década del ’30, la llegada a Pellegrini por la ruta 5 permite vislumbrar otros atractivos, fruto del espíritu creativo de los propios habitantes.

 

Productos y sabores locales

A un costado del camino, el Vagón de los Emprendedores revela el talento de 23 productores para dar forma a sus mejores piezas artesanales. Tejidos criollos, chocolates, budines, dulces, alfajores, conservas, pastelería y piezas en madera, hierro y cerámica inducen a aceptar una bienvenida a precios razonables.

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La proliferación de sabores locales se diversifica en un flamante circuito gastronómico, en el que, indefectiblemente, el lomo al plato o al verdeo, el matambre a la pizza y el bife de chorizo a la riojana señalan el Buffet del Club Atlético como una escala imposible de pasar por alto.

La oferta se amplía en el corredor de la calle Rivadavia, el eje donde los visitantes se mezclan amistosamente con el público que frecuenta dos vinotecas, la cafetería Barrabás, los foodtrucks La Perla y La Baqué, los restaurantes de la Terminal y Abanico y el Buffet del Club Huracán.

En un rincón de la calle 25 de Mayo, la más sabrosa comida casera, preparada por el chef Gonzalo Mónaco, deleita el paladar con empanadas fritas de carne cortada a cuchillo, pastel de papas y la imperdible picada de fiambres del “vermú del mediodía” de los sábados y domingos.

El aporte de los inmigrantes españoles, italianos, portugueses y franceses para levantar los primeros cimientos de Pellegrini se empieza a perfilar en el teatro de líneas clásicas con más de 600 butacas de la Sociedad Italiana de Socorros, inaugurada en 1906.

Esa fuerte impronta europea también revive en el Centro Cultural y Museo del Inmigrante, frente a la plaza principal.

La colección de fotos de época, documentos y objetos antiguos revive un mojón esencial de la historia local: la apertura del la estación de tren en 1897, vinculada con la idea de crear una colonia agrícola en el paraje Médanos Blancos, gestada por el pionero escocés José Norman Drysdale, el aventajado propietario de 10 mil hectáreas de campo.

Fue el antecedente determinante para que el 20 de julio de 1907 se estableciera oficialmente el poblado de Pellegrini, un homenaje a Carlos Pellegrini, aunque las autoridades de entonces decidieron prescindir del nombre de pila del político y abogado porteño que presidió el país entre 1890 y 1892.

De una charla informal con pellegrinenses que atraviesan sin ningún apuro la plaza central suelen surgir otros nombres de peso y la sugerencia para disfrutar de su arte, que sigue vigente por estos días: Mary Perretti -al frente de un taller de chatarra y maquinaria agrícola-, el orfebre platero Álvaro Etcheberry y la tejedora en telar Olga Berna Nasca.

 

Turismo rural

El patrimonio histórico, cultural y productivo de esta ciudad levantada muy cerca del límite trazado en línea recta que comparten las provincias de Buenos Aires y La Pampa se puebla de otros matices, más emparentados con el entorno rural, en un recorrido agroturístico por los parajes rurales del partido de Pellegrini.

Unos 15 kilómetros hacia el sur por la ruta 5 -en dirección a Catriló-, el aire se impregna del aroma a pan y medialunas a la leña recién horneadas en la panadería Álvarez, una forma inmejorable para iniciar la visita a De Bary y dejarse sorprender en la caminata por la imponente silueta de la capilla Santa María y el renombrado pollo al disco -matizado con guitarreada y baile- del campo La Hormiga.

A 10 kilómetros al norte de Pellegrini, los 130 habitantes de Bocayuva -mayoritariamente llegados desde Corrientes- añaden resabios de cultura guaraní a la tierra próspera que encontraron en el extremo oeste de la pampa húmeda.

Bocayuva es conocido en la zona como “el pueblo de los seis tesoros”, un apelativo sustentado por el Museo de los Pioneros, el Rincón de los Mugidos, la capilla Nuestra Señora de Fátima (preserva el brillo aportado por mosaicos traídos de Portugal), la Cruz de los Médanos y la plaza Juana Bordoy, dedicada a “Juanita”, la fiel asistente de la pionera de la cocina televisada, Doña Petrona.

El casco urbano de Pellegrini adopta un reparador manto verde en torno a la piscina, las canchas deportivas y los asadores del Parque Lineal y Complejo Polideportivo, el recreo más concurrido de los días marcados a fuego por el sol del verano.

La atmósfera tranquila que impera allí -apenas alterada esporádicamente por los vuelos de bautismo que despegan del Aeroclub- tiene continuidad a 5 kilómetros, sobre la orilla curvilínea de la laguna Sanquilcó, el rincón que atesora Pellegrini para proponer los atardeceres más soñados.

 

Por Cristian Sirouyan

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