FAUNA AUTÓCTONA

Los guanacos isleños y de pura genética bonaerense, viven en el sudoeste de la provincia

Se estima que hace miles de años atrás los guanacos llegaron a estar distribuidos por toda la provincia de Buenos Aires, pero actualmente se encuentran sólo en el sistema serrano de Ventania y en el estuario de Bahía Blanca. Por su aislamiento geográfico, los ejemplares de este último sitio son únicos.

Ambiente 13/03/2024 Hora: 13:49
Los guanacos isleños y de pura genética bonaerense, viven en el sudoeste de la provincia
Los guanacos isleños y de pura genética bonaerense, viven en el sudoeste de la provincia

Por Manuel Tejo, de la Agencia DIB

En el sur marítimo de la provincia de Buenos Aires, en el estuario de Bahía Blanca, hay una población de guanacos muy especial. Se trata de un conjunto de ejemplares que habitan en un ambiente sustancialmente distinto a otros en que la especie suele estar presente y que por su aislamiento geográfico se fueron diferenciando genéticamente. Son guanacos 100% bonaerenses. 

“En el estuario de Bahía Blanca existen dos núcleos principales de guanacos que habitan en ambientes de islas protegidas en la ‘Reserva Natural Bahía Blanca, Bahía Blanca, Bahía Verde’. El más grande, que estaría compuesto por unos 30 a 40 individuos, se encuentra en la isla Bermejo. El otro, con unos 25 a 30 individuos, está en las islas Zuraitas”, le explicó Leandro Marbán, investigador y biólogo del Ministerio de Ambiente bonaerense. 

El estuario costero de Bahía Blanca está conformado por islas, canales, riachos y mar abierto. En 2021, Marbán y los también investigadores Martín Sotelo y Pablo Petracci publicaron un artículo sobre el estado de conservación de los guanacos en este sector. En el documento, advirtieron que se trata de una población particular por estar geográficamente aislada y que la misma es “uno de los relictos menos conocidos para la especie en la provincia de Buenos Aires y, muy probablemente, de la Argentina”.

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El ambiente de estas islas del sur bonaerense es significativamente diferente a cualquier otro en los que se encuentran presente los guanacos. Esto influyó en distintas adaptaciones y comportamientos de la especie como la ingesta eventual de agua salada, la capacidad de nadar a través de los canales o la de desplazarse por cangrejales.

“Los guanacos de las islas, al haber estado separados geográficamente por mucho tiempo del resto de las poblaciones se habrían diferenciado genéticamente y al no haber estado sujetos al entrecruzamiento con ejemplares de otros sitios habrían conservado su auténtica genética bonaerense”, le detalló a esta agencia Marbán.

El biólogo contó que “esta particularidad quedó reflejada en un estudio realizado recientemente” en relación a guanacos de otras zonas del país. La investigación “demostró que se trata de un grupo único con una genética intermedia entre los guanacos de la región cuyana y los del norte de la Patagonia”. 

Otro sector de la provincia de Buenos Aires que cuenta con guanacos es el sistema serrano de Ventania (o sierras Australes), pero en este caso la población “estaría conformada por grupos con una identidad genética alterada, ya que con el objetivo de reforzar la población local se realizaron diversos eventos de introducción de ejemplares provenientes de poblaciones patagónicas”.

 

La especie y la provincia

De cuello largo y patas delgadas, el guanaco (Lama guanicoe) es uno de los animales herbívoros más grandes de Sudamérica. Su altura supera el metro y medio, y su peso los 90 kilogramos. La mayor cantidad de ejemplares de esta especie se encuentran en Argentina y la zona con más abundancia en el país es la Patagonia. 

  Un ejemplar de la población de guanacos en las islas Zuraitas. (Gentileza Martín Sotelo)  

En la provincia de Buenos Aires la distribución de los guanacos es actualmente limitada. Sin embargo, se estima que hace miles de años atrás estuvieron dispersos por todo el territorio bonaerense. 

El biólogo de la cartera de Ambiente le señaló a DIB que “los estudios paleontológicos demuestran que los guanacos habrían sido comunes en toda la provincia hacia finales del Pleistoceno Tardío y gran parte del Holoceno” y que eran “una presa importante para los grupos de cazadores-recolectores que habitaban la región”.

Una muestra de esta presencia son las huellas fósiles impresas en la Reserva Natural Pehuen Co – Monte Hermoso, que datan de tiempos que van de los 28 mil y 12 mil años atrás. Allí, las marcas de los guanacos aparecen junto a las de seres humanos y a las de animales extintos como el megaterio, el mastodonte y la macrauquenia.  

Marbán detalló que “los registros paleontológicos de diversos grupos indígenas evidencian” que el guanaco “desapareció del este de la provincia hacia fines del siglo XVI”. “Algunos autores atribuyen que la retracción de la especie hacia el oeste se habría producido como consecuencia de un período de calentamiento global ocurrido hace un milenio que modificó el ambiente, cuando ya la especie era poco abundante y en encontraba en los límites de su distribución”, agregó.

En tanto, explicó que “actualmente, los guanacos de la provincia se encuentran limitados básicamente a dos pequeños grupos: el de las sierras Ventania y el del sudoeste bonaerense, habiendo prácticamente desaparecido del sector continental y quedando reducido a las islas del estuario de Bahía Blanca”.

La permanencia del guanaco en estos sitios está relacionada a “la dificultad que impusieron los ambientes rocosos e insulares” para la explotación productiva, situación que ayudó a “conservar la fisonomía de la vegetación nativa, sus procesos ecológicos y la fauna que sustenta”. Marbán indicó que Ventania y el estuario son “verdaderas islas de biodiversidad en medio de ambientes altamente antropizados que ya no responden a las necesidades de las especies nativas”.

En tanto, la falta de guanacos en el resto del territorio bonaerense tiene vinculación con las fuertes modificaciones de los ambientes que se fueron realizando con fines productivos agropecuarios.

 

Protegidos, pero amenazados 

Las escasas poblaciones actuales de guanacos bonaerenses afrontan dos amenazas principales: la cacería por parte de los humanos y la introducción de especies exóticas.

En el caso de los que habitan en el estuario, si bien están protegidos por la Ley Provincial N° 12.101 (que creó la Reserva Natural Bahía Blanca, Bahía Falsa y Bahía Verde), la caza clandestina es el principal peligro que afronta la especie. “Esta podría ser la principal causa de muerte de los chulengos (crías) en las islas”, señaló Marbán. 

Por otro lado, agregó que también serían problemas para los guanacos isleños “la introducción y expansión de cabras y chivos cimarrones” que podrían trasmitir enfermedades y competir por los recursos forrajeros, y “la modificación del hábitat ocasionada por otras especies como como el ganado vacuno y equino, liebre europea, conejos y chanchos jabalíes”.

En Ventania surgen problemas similares. “Si bien se encuentran protegidos dentro del Parque Provincial Ernesto Tornquist, la expansión de poblaciones asilvestradas de caballos introducidos que compiten por el recurso forrajero así como la proliferación de diversas especies vegetales exóticas como pinos, retamas y retamillas, modifican fuertemente los pastizales naturales, reduciendo su hábitat y constituyendo una amenaza para su conservación”, aseguró el biólogo.

  Un grupo de guanacos en la isla Bermejo. (Gentileza Martín Sotelo)  

Recuperar el idioma natural

Ante la consulta sobre una posible reintroducción de guanacos en territorios bonaerenses en los que hoy no habitan, Marbán señaló que para que esto resulte exitoso es necesario “que existan y se conserven” los ambientes donde la especie puede vivir como grandes pastizales, sierras, montes, talares, caldenales y estepas. Además, señaló que es fundamental que estos “existan no sólo como una postal sino también como ambientes ecológicamente funcionales”. 

“Los guanacos eran los grandes herbívoros que moldearon la Buenos Aires originaria, siendo una pieza clave de su entramado ecológico. La historia evolutiva compartida entre estos herbívoros y las plantas nativas dio lugar a una vegetación que se adaptó a su forma de comer y desplazarse, distinta a la de los animales exóticos recientemente introducidos como vacas y ovejas que rompen el equilibrio del ambiente, cambiando sus reglas de juego y provocando la degradación de los paisajes y la erosión de los suelos”, explicó.

En esa línea, Marbán señaló que “los guanacos son reguladores también del régimen natural de incendios, bajando la carga vegetal”. “Introducir guanacos no es sólo introducir una especie, es recuperar el idioma natural bonaerense. Y otra parte de este rompecabezas ecosistémico lo constituyen los predadores que se alimentan de ellos, regulando a su vez sus poblaciones”, indicó.

Y cerró la idea: “Introducir guanacos no es solamente introducir animales, es introducir genes y adaptaciones, comportamientos particulares que desarrollaron con el tiempo; una cultura guanaca. No es lo mismo un guanaco del norte, que un guanaco de la Patagonia. No es lo mismo un guanaco auténticamente bonaerense”.

 

(DIB)

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